Esta imagen que elaboró Marc Almeida me parece realmente interesante. Es una representación hecha a partir de la filtración de datos de Twitch. Los datos son de 500.000 canales, por lo que podemos entenderlo como representativo. En el eje vertical, podemos ver el juego o temática tratada por cada canal. En el eje horizontal, la cantidad de streamers (personas que ofrecen contenido en dicho juego o temática). Las barras están desagregadas por viewers (“espectadores”) para cada juego/temática en cada idioma. Se puede ver claramente que en Twitch, ese fenómeno del que tanta gente está hablando, gana la temática “solo hablar”. Sí, ver una conversación espontánea (o no) entre personas. Se puede ver que posteriormente, aparecen varios videojuegos (que hacen justicia con el origen y crecimiento de Twitch). Pero, se empiezan a colar categorías genéricas de contenido como música o arte. Por gráficas como esta siempre digo y diré que comparar Twitch con los contenidos tradicionales de la TV me parece poco riguroso. Por cierto, España, destaca tanto en oferta como en demanda. Pese a ello, como luego veremos, la gente lo desprestigia.
Se calcula que en el mundo hay unas 2.000.000.000 de páginas web (en la web “no profunda”, claro, la navegable por “cualquiera”). Y es cierto que en este océano de webs, seguramente uséis entre 10 y 20 de ellos con recurrencia, poco más. Hay algunas, menos conocidas en nuestras latitudes, que me parecen literalmente espectaculares. https://ocw.mit.edu, por ejemplo, tiene vídeos, materiales didácticos y hasta exámenes del MIT (una de las top-10 universidades del mundo). El Smithsonian Learning Lab es una plataforma con recursos y contenidos de diferentes materias gratuitos y abiertos para su reutilización. openlibrary.org tiene millones de libros gratis. https://99u.adobe.com/talks contiene conferencias de las mejores mentes del planeta. https://www.documentarystorm.com/ contiene un arsenal de documentales de forma gratuita. El proyecto Gutenberg, tiene 60.000 libros digitales gratuitos. Y si quieres aprender a programar gratis y de forma ordenada, tienes https://www.freecodecamp.org/. ¿Por qué os doy estas recomendaciones? Más allá de estas webs en sí mismas, es una forma de expresar que cuando tu único valor añadido sea el contenido o un material, el software acabará comiéndote. Entiéndase el juego de palabras y la metáfora.
Encabezando la edición de esta semana con las audiencias de los videojuegos, estoy convencido que a muchos/as el efecto anclaje os ha llevado a tener los videojuegos en la cabeza. Un campo artístico, cultural, creativo y del entretenimiento con numerosas connotaciones no necesariamente positivas. Una de ellas es que nos hacen más violentos. Hay bastante evidencia en la literatura para desmontar ese relato popular. Una de ellas es esta, que razona cómo precisamente produce el efecto contrario. Otro, es el trabajo de Patrick Markey y Cristopher Ferguson, ambos doctores en Psicología, que en 2017 expusieron cómo no existe prueba científica alguna que permita evidenciar esa causa-efecto. Las películas y los videojuegos violentos, no aumentan la violencia en el mundo real. Titularon a su artículo: “Combate Moral: por qué la guerra contra los videojuegos violentos se equivoca”. En este contexto de falta de evidencia causal, el ya ex-presidente Trump llegó a culpar a los videojuegos de las matanzas de estudiantes. No son buenos tiempos para la ciencia. Defendámosla.
Un reportaje de investigación de Reuters, elaborado a partir de documentos internos filtrados, ha expuesto cómo Amazon deliberadamente manipulaba los resultados de su algoritmo para favorecer a sus propias marcas. Incluso llegó a hacer copias de estos productos para multiplicar las opciones. Todo ello, acotado al mercado de la India. Lógicamente, las autoridades de este país, ya con bastante recelo y propensión a la soberanía tecnológica, se pueden imaginar cómo ha reaccionado. Más allá del hecho en sí, aparece este reportaje en la semana que sabemos de una iniciativa legislativa norteamericana que busca bloquear el trato preferencial que las empresas tecnológicas que son dueñas de una plataforma (Facebook, Amazon, Google o Microsoft) dan a sus productos y servicios. Vamos, evitar lo que Amazon hacía en la India.
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El Siglo XIX en Estados Unidos fue una época de expansión y conexión. Expansión en el sentido de cómo la sociedad norteamericana se movió de este a oeste. Conexión en cuanto a cómo fue conectando las principales ciudades. El tren fue claro protagonista en ello. Se construyeron líneas ferroviarias, sobre las que circulaban los trenes. Todo lo hacía la misma empresa: mantenía la infraestructura y la operaba. Hubo polémicas, dado que el precio de los billetes, decían, tenía que ser caro porque de otra manera era difícil mantener las infraestructuras en buenas condiciones. Así, los ferrocarriles eran monopolios naturales privados. Esto se tradujo en graves problemas para el sistema político. La industria ferroviaria se convirtió en la primera sujeta a regulaciones federales. Más de 150 años después, nos encontramos con una historia paralela. Los gigantes tecnológicos de nuestra era tienen muchas piezas del ecosistema del valor actual. La era de la movilidad y de Internet, nos ha traído una dependencia no solo de la compra de dispositivos móviles, sino también de los programas que albergan esos dispositivos. Como con los trenes, debiéramos separar la infraestructura de lo que “corre” sobre dicha infraestructura. Por la salud de todos/as.
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Facebook publicó hace unos días, por primera vez, una lista con los tipos de contenidos que penaliza. O que no favorece. Recordemos que al final Facebook y su algoritmo son los que determinan el orden de lo que vemos y qué vemos los que estamos en “redes sociales”, leyendo y escribiendo. Por ello, me parece un tema relevante. Hay varios temas ya clásicos que Facebook penaliza: fake news, titulares propensos al clickbait, violencia y sexo, enlaces que no funcionan, etc. Pero hay otras cuestiones que me parecen interesantes. Especialmente para esas marcas que trabajáis mucho publicitariamente en las plataformas del grupo Facebook. Por ejemplo, penalizará a los enlaces que se hayan publicado en varias páginas y grupos a la web. También no favorecerá a las páginas que tengan mala experiencia de navegación. Un nuevo recordatorio para todas las empresas de lo importante que es tener una excelente página web. También si tu web tiene muchos anuncios, textos copiados o materiales sin referenciar a su autor original, lo penalizará. Un nuevo recordatorio de lo importante que es hacer contenido de marca. Es interesante todo esto, porque hablamos mucho del Google SEO, pero menos del SEO de las redes sociales.
Esta semana, lógicamente, el mundo tecnológico ha estado hablando de la caída de los servicios del grupo Facebook la semana pasada. Y, cada uno/a, lo hemos llevado a nuestra lógica personal. Y nos preguntábamos a ver qué hemos hecho 6 horas sin Whatsapp. Yo sinceramente, ni me enteré. Para personas como yo, que entran a Whatsapp en puntuales ocasiones, la verdad es que esta caída no supone gran problema. He luchado siempre contra la dependencia tecnológica. Por eso es interesante lo que cuenta este reportaje de la BBC sobre la cantidad de negocios que se relacionan fundamentalmente con sus clientes a partir de una empresa privada con sus propios intereses como Whatsapp. La India, por ejemplo, que es el mayor mercado de Whatsapp (490 millones de usuarios), sufrió importantes daños en negocios “del día a día” (peluquerías, comercios, productos frescos, etc.). Creo que merece la pena que reflexionemos sobre nuestras dependencias tecnológicas.
Fuente: https://digitaldata.substack.com/p/streamers-viewers-twitch
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Reproducido por Esperanza Herrera
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